Más de 1 mil 200 trabajadores de 56 profesiones –entre ellos abogados, ingenieros, médicos, matemáticos, químicos, físicos– están contratados en la UNAM como peones, personal de intendencia, vigilancia o en labores de ayudantía. Muchos de ellos cuentan con estudios de posgrado, que incluyen especialidades, maestrías y doctorados. Pasan las décadas y no son reubicados de acuerdo con su formación
Primera parte. Un mil 205 profesionistas –entre ellos, abogados biólogos, químicos, administradores, sociólogos, psicólogos, geógrafos– se encuentran relegados en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a labores que no corresponden con su formación. Están contratados para actividades que van de la intendencia y la vigilancia a la ayudantía y la asistencia administrativa.
A pesar de que la normativa universitaria les protege para aspirar a promociones laborales acorde con sus estudios, en los hechos están condenados a permanecer, para siempre, en las mismas plazas con las que ingresaron a la Universidad. Lo anterior, sin que importe la formación que la misma “máxima casa de estudios” del país les proporcionó y que su esfuerzo les reportó.
Trabajadoras y trabajadores titulados, incluso con estudios de doctorado, ven desfilar ante sus ojos a trabajadores de confianza que ocupan los puestos que les corresponderían. También la Universidad cubre otras actividades con estudiantes que realizan servicio social. Cada semestre llegan nuevos alumnos a ejecutar las funciones que deberían ser asignadas a los profesionistas.
Pasan los años, los lustros, las décadas y los trabajadores titulados no son considerados para labores de docencia, investigación, administración o dirección. Destaca el caso de la licenciada en medicina María de Jesús Torres de la Vega, con 80 años de edad y 57 años de trabajar en la UNAM. A pesar de ser médica cirujana, está adscrita a labores de ayudantía como “laboratorista C” en la Escuela Nacional Preparatoria plantel 4.
También es el caso de María Guadalupe Guadarrama Huerta, licenciada en biología, especialista en estadística aplicada, maestra en ciencias de la salud con orientación en epidemiología y candidata a doctora en geografía. Cuenta con 62 años de edad y 42 de servicio en la UNAM. Está adscrita a labores de “analista C” en el Instituto de Investigaciones Económicas.
Los casos se multiplican por cientos, hasta llegar a más de 1 mil 200. De hecho, el propio Sindicato de Trabajadores de la UNAM (STUNAM) ha reconocido oficialmente 1 mil 694 casos. Sin embargo, gracias al trabajo del Movimiento de Profesionistas Titulados y con Estudios de Posgrado que mantiene una lucha pacífica pero firme por la reubicación de estos trabajadores, la lista se ha depurado con nombres, adscripción, estudios y situación laboral.
En la depuración de la lista del STUNAM se restaron 88 nombres duplicados; 164 que dejaron de trabajar en la UNAM; 57 que no acreditaron título reconocido por la Secretaría de Educación Pública (SEP); 41 que acreditan sólo formación técnica; 128 que consiguieron de manera discrecional una reubicación, y 11 que tienen puestos de confianza o son funcionarios. De esta manera, aquellos con derecho a reubicación, según la propia normativa de la UNAM, son 1 mil 205.
Al detalle, los profesionistas titulados que realizan funciones diferentes a las de su profesión se desempeñan como bibliotecarios (160); auxiliares de intendencia (149); laboratoristas (89); técnicos (82); oficiales de servicios administrativos (62); jefes de sección (59); analistas (38); vigilantes (37); jefes de oficina (34); auxiliares de contabilidad (31); jefes de servicio (31); jefes de biblioteca (30); jefes de laboratorio (27); oficinistas de servicios escolares (24); auxiliares de enfermera (17), y enfermeras (15).
También, jefes administrativos (14); almacenistas (13); jefes de taller (13); prefectos (13); operadores de aparatos audiovisuales (11); auxiliares de laboratorio (10); oficiales administrativos (nueve); oficiales de transporte especializado (nueve); operadores de máquina registradora (nueve); asistentes educativos (siete); peones (siete); programadores (siete); gestores administrativos (seis); redactores (seis); correctores (cinco), y educadoras (cinco).
Todos ellos están adscritos a 56 dependencias administrativas y académicas de la UNAM, entre las que destacan la Facultad de Medicina; la Dirección General de Servicios Generales y Movilidad; Vigilancia, y la Facultad de Estudios Superiores Iztacala.
Por profesión, y sólo con respecto de la licenciatura que obtuvieron, estas mujeres y hombres son abogados (186); licenciados en administración (107); psicólogos (92); contadores (85); cirujanos dentista u odontólogos (75); trabajadores sociales (46); licenciados en comunicación (46); licenciados en educación (40); médicos veterinarios zootecnistas (37); biólogos (35); informáticos (34); pedagogos (33); enfermeras (32); arquitectos (25); diseñadores gráficos (25), e ingenieros mecánicos eléctricos (25).
también hay economistas (23); sociólogos (23); licenciados en bibliotecología (21); licenciados en computación (18); químicos farmacéuticos biólogos (18); ingenieros industriales (14); licenciados en relaciones comerciales (14); licenciados en biblioteconomía (14); licenciados en relaciones internacionales (11); ingenieros civiles (10); médicos cirujanos (nueve); ingenieros en comunicaciones (nueve); licenciados en mercadotecnia (nueve); licenciados en ciencia política y administración pública (nueve); ingenieros en electricidad y electrónica (ocho), e ingenieros químicos (ocho).
Asimismo, licenciados en artes visuales (siete); licenciados en turismo (siete); actuarios (cinco); historiadores (cinco); ingenieros agrónomos (cinco); arquitectos (cinco); antropólogos (cuatro); licenciados en filosofía y letras (cuatro); geógrafos (cuatro); licenciados en optometría; ingenieros en bioquímica industrial (tres); ingenieros en mecatrónica (tres); licenciados en nutrición; arqueólogos (dos); licenciados en diseño industrial (dos), y licenciados en gastronomía (dos).
La lista se completa con un licenciado en estudios latinoamericanos; un etnólogo; un ingeniero ambiental; un ingeniero en geofísica; un ingeniero en transporte; un ingeniero textil; un licenciado en matemáticas, y un licenciado en planificación para el desarrollo.
Pasan los años y los trabajadores siguen realizando funciones que no corresponden con su formación. Lo anterior, pese a que el Contrato Colectivo de Trabajo, firmado entre la UNAM y el STUNAM –organización gremial a la que pertenecen todos estos profesionistas titulados que demandan reubicación–, obliga la readscripción de puestos laborales de acuerdo con las competencias de los trabajadores.
La Cláusula 57 de este instrumento se titula Reubicación por Carrera Técnica o Profesional. Establece que: “Con el objeto de reconocer y aprovechar los conocimientos y habilidades de sus trabajadores administrativos, la UNAM reubicará a aquel personal que haya concluido alguna carrera a nivel universitario, técnico, licenciatura o posgrado de conformidad con los requisitos y funciones establecidas en el Catálogo de Puestos del Personal Administrativo de Base y la aprobación de la evaluación correspondiente.
“Lo anterior de acuerdo a las vacantes que se hayan generado y a las necesidades de servicio de la Institución.
“Para la aplicación de esta Cláusula se dará prioridad al listado presentado por el Sindicato, en los términos que se pacten entre UNAM y STUNAM en la Dirección General de Personal.
“Los trabajadores que estén en este supuesto serán acreditados por el Sindicato.”
En los hechos, la cláusula es letra muerta para más de 1 mil 200 trabajadores. Entre ellos, José Arturo Flores Félix, quien labora en la Dirección General de Radio UNAM y es licenciado en periodismo. Además de contar con maestría en sexología educativa, sensibilización y manejo de grupos, actualmente es candidato a doctor. Tiene una antigüedad de 40 años al servicio de la UNAM y cuenta con 60 años de edad. El profesionista está relegado a funciones de asistencia administrativa.
Se trata de un caso relevante, toda vez que Flores Félix está trabajando en el lugar idóneo para ejercer su profesión, pero no se le ha dado la oportunidad de hacerlo.
Otro caso similar es el de Edgar Villanueva Ramírez, quien labora en la Dirección General de Administración Escolar, es licenciado en administración y tiene una antigüedad laboral de 32 años.
Por su parte, María de Jesús López Martínez, trabajadora en el museo Universum como vigilante, es licenciada en arquitectura y cuenta con una antigüedad laboral de 28 años. Por el tipo de puesto que tiene, se encuentra entre quienes perciben menos ingresos como trabajadores de la UNAM.
Se destaca también la situación de Eder Llanos Mendoza, psicólogo con estudios de posgrado en docencia. Después de 14 años como auxiliar de intendencia, hace 2 meses se le concedió una reclasificación como auxiliar de librería. Pese a su grado académico sólo se le reclasificó laboralmente hacia un nivel similar al que desempeñó por casi tres lustros.
FUENTE: contralinea