Falta mucho por estudiar, por lo que será mejor seguir invirtiendo en ciencia y destinar más presupuesto a los programas de limpieza costera: Rosa Elisa Rodríguez, del ICML
Este año el sargazo no sólo llegó antes a las costas de Quintana Roo, sino que también lo hizo con una abundancia no prevista. Según la Universidad del Sur de Florida, en el Atlántico tropical –durante el mes “pico”– podrían acumularse más de 20 millones de toneladas de dichas algas y 5 por ciento terminaría en las playas del Caribe mexicano.
Especialistas de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales-Puerto Morelos, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM, publicaron un estudio en la revista indexada Elsevier en el que se señala que en 2011 se reportaron los primeros arribos masivos de sargazo pelágico (el que flota libre en el mar) en países del Caribe oriental y la costa oeste de África. A mediados de 2014, el fenómeno se repitió en el resto del Caribe (México, Florida y Centroamérica, incluidos).
Desde entonces ha habido varamientos frecuentes e importantes que han causado afectaciones ecológicas, económicas y de salud en más de 30 naciones. En las costas del Caribe mexicano estas acumulaciones masivas anuales han ocurrido, desde 2018, con una periodicidad y abundancia en incremento. Si bien en un inicio su temporada duraba entre cinco y siete meses, en 2023 se espera que sean nueve, por lo menos.
“Este año llegó en febrero y seguirá, como mínimo, hasta octubre. Imágenes satelitales revelan que en 2023 el arribo será severo”, asegura Rosa Elisa Rodríguez Martínez, de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales en Puerto Morelos, del ICML.
En un principio, esta alga se concentraba en el llamado mar de los sargazos, pero en 2011 se formó una nueva zona de distribución denominada gran cinturón de sargazo del Atlántico, que va de África al Golfo de México. Entre los factores responsables del aumento están la contaminación del océano con nutrientes (eutroficación) y cambio climático, que provoca cambios en las corrientes marinas, surgencias y vientos.
Y es que a lo largo de su recorrido por el Atlántico tropical, este organismo es fertilizado por las sustancias que el humano desecha en el mar mediante aguas residuales sin tratar o por el acarreo de abonos agrícolas a través de los ríos, apunta.
En el este del Caribe hay más presencia de sargazo, pues es donde topa con tierra tras haber cruzado el Atlántico desde África; de ahí se distribuye hacia las distintas islas, Centroamérica, Sudamérica, el Golfo de México y Florida.
“Finalmente llega a México, aunque no de forma homogénea, debido a que su distribución está sujeta a las corrientes y dirección del viento, y su acumulación depende de la forma de la costa (es más en las bahías que en las penínsulas). Por ello, no siempre es posible determinar dónde habrá más afectación”, destaca.
No hay dinero que alcance
En el estudio “Costo de limpieza del sargazo pelágico en México”, los universitarios analizaron datos sobre los gastos de limpieza en tres municipios de Quintana Roo (Puerto Morelos, Solidaridad y Tulum) y cinco hoteles entre Tulum y Cancún, lo que arrojó un aproximado de 1 millón y medio de dólares al año por cada kilómetro de litoral.
“Es oneroso porque involucra la contención en el mar mediante barreras de entre 300 y 500 dólares. Además se requieren barcos, bandas transportadoras, máquinas en playa, mantenimiento de equipos, camiones transportadores, sitios donde depositar la materia orgánica para evitar contaminar áreas naturales y un número elevado de personal por cada tramo costero”, comenta Rodríguez Martínez.
Hoy en día, los municipios han mejorado sus estrategias e invertido más recursos en la compra de maquinaria y barreras que contengan las algas que llegan a suelo firme. Pero la especialista indica que “no hay dinero que alcance para limpiar todo. Se han priorizado las áreas donde hay hoteles y desatendido las zonas de importancia ecológica. El arribo de sargazo genera impactos negativos en la ecología, salud y turismo”.
Un daño importante al ambiente –precisa– se da cuando se forma la llamada “marea marrón”, que como su nombre indica es agua café debido a la descomposición de materia orgánica. Ello implica un deterioro de la calidad del líquido y causa la muerte de pastos marinos y fauna, incluyendo corales y especies de importancia pesquera, como la langosta.
Además, la disposición inadecuada de esta biomasa en zonas selváticas y áreas sin geomembranas resultaría en la contaminación de los ríos subterráneos, fuentes únicas de agua dulce en Quintana Roo.
“Otro problema es que, al descomponerse en la superficie, las algas emiten gases tóxicos como ácido sulfhídrico, amonio y metano. Esto representa un riesgo para quienes las palean durante cinco o siete horas al día, porque su exposición es crónica y más si estos trabajadores no cuentan con protección adecuada como mascarillas, traje y botas especiales”, advierte. A causa de esto el sector turístico se ha visto afectado, pues además de gastar en la limpieza de las playas, invierte más en atraer visitantes.
Unión de esfuerzos
Uno de los trabajos que la profesora Rosa Rodríguez y sus colegas han realizado con apoyo del Parque Nacional Arrecife de Puerto Morelos y algunos hoteles ha sido generar una base de datos sobre el arribo mensual de sargazo desde 2016. De la información recolectada se desprende que la cantidad que llega cada mes a las playas desde 2018 varía de entre los cientos hasta los 6,000 metros cúbicos por kilómetro de litoral en los meses “pico” (de mayo a agosto).
“Se han hecho esfuerzos entre academia, autoridades y empresarios para instrumentar programas de saneamiento, determinar a dónde dirigir esfuerzos y, sobre todo, impulsar una normatividad que permita a las industrias que desean aprovechar estos grandes volúmenes de biomasa establecerse legalmente y tener certeza jurídica al momento de invertir”.
Aún se desconoce el impacto de estos organismos en manglares, bahías o arrecifes, o si podrían sumársele otras especies de algas como ocurre en Europa. Falta mucho por estudiar, agrega la académica, por lo que lo mejor será seguir invirtiendo en ciencia y destinar mayores presupuestos a los programas de limpieza costera.
FUENTE: gaceta