Canalizar dispositivos obsoletos o en desuso frena gran parte de la contaminación ambiental, explica la investigadora Brenda Segura
MEDIO AMBIENTE
Investigadores del Laboratorio de Hidrometalurgia de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa (UAM-I), informaron que actualmente desarrollan y prueban un conjunto de técnicas enfocadas en la recuperación de metales valiosos como cobre, oro y plata contenidos en diferentes partes de teléfonos celulares desechados como basura electrónica.
Los desechos electrónicos contienen una amplia gama de componentes que pueden ser recuperados y reutilizados para la fabricación de otros objetos, por lo que canalizar adecuadamente los dispositivos obsoletos o que ya no se utilizan es vital para frenar gran parte de la contaminación ambiental, como explicó la maestra Brenda Anahí Segura Bailón.
Para recuperar los metales valiosos contenidos en la tarjeta de circuito impreso se recolectaron alrededor de 800 teléfonos celulares, se desmanteló cada uno en forma manual retirando carcasas, batería y pantallas; las tarjetas se trituraron y se obtuvo una muestra.
Proceso de separación
Luego de un análisis químico para identificar los metales presentes y la cantidad en la muestra de residuos, se les ejecutó un proceso de lixiviación. En esta etapa se realizó la extracción del cobre, para lo cual se utilizó ácido cítrico sustituyendo al ácido sulfúrico, se puso en contacto con las tarjetas ya trituradas, se agitaron por un tiempo, y de ahí se obtuvo el cobre en estado de oxidación.
Después de ello era importante pasar a la fase de recuperación del metal para lo cual se aplicó corriente eléctrica para producir un cambio en sus moléculas y convertirlo a su estado original. La solución residual de esta segunda fase se reutilizó en un nuevo ciclo de lixiviación-recuperación, es decir, se aplicó la misma solución para iniciar el proceso con un nuevo lote de tarjetas de circuito impreso.
En el proceso han sido evaluados de tres a cinco ciclos, además el material residual sólido, remanente de la primera etapa, se acopla una segunda vez para la extracción de oro
Para llevar a cabo estos métodos se utilizan soluciones cianuradas y ácidos inorgánicos como el sulfúrico, el clorhídrico y el nítrico, que son altamente corrosivas y tóxicas, y si se desechan al medio ambiente pueden producir problemas ambientales y de salud. Los dos procedimientos, fundición y separación química se catalogan como etapas críticas de la técnica, provocando contaminación de agua y gases altamente tóxicos.
Los procesos hidrometalúrgicos están enfocados en reusar las soluciones en diferentes ciclos del tratamiento para aprovechar al máximo el agua y todos los metales extraídos de manera productiva. Es importante tratar éstos en diferentes fases para obtener productos y subproductos que puedan ser viables para su reincorporación al mercado o para un tratamiento secundario en el caso de componentes contaminantes.
Presencia creciente
Según cálculos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), presentados en julio de 2021, entre los años 2020 y 2025 la basura electrónica en México aumentará 17 por ciento al pasar de 200 mil toneladas anuales a 240 mil. Los datos provienen del Apéndice estadístico del Inventario de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, elaborado conjuntamente por Semarnat y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El destino de la basura electrónica preocupa debido a que el 5.99 por ciento de los materiales son altamente tóxicos y pueden contaminar durante décadas suelos y agua. En contraste la basura electrónica también contiene componentes de oro, plata y cobre que pueden generar a México ganancias por mil 300 millones de dólares al año si se saben recuperar, pero actualmente sólo hay una empresa refinadora de cobre de basura electrónica y el resto de materiales se desperdicia o se envía al extranjero.
En México, sólo queda documentado qué ocurre con 17.4 por ciento de los residuos electrónicos. El restante 82.6 por ciento tiene un paradero incierto.
Vivimos un tsunami de basura electrónica.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) calcula que cada año se generan 53 millones de toneladas de residuos electrónicos y eléctricos en todo el mundo, por lo que alertó ante lo que llamó un Tsunami de basura electrónica. El 23 de mayo de 2001 se aprobó el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, donde se pide a los países comenzar a establecer ordenamientos sobre estos COPs, como los químicos antiflamas, que se mueven a grandes distancias por las. cuencas subterráneas hasta llegar al mar.
FUENTE: cronica